Buscan narrativas, percepciones y experiencias de los ciudadanos a través de entrevistas, observaciones, intervenciones etnográficas, entre otros. Estos puntos enriquecen el diagnóstico urbano, así como se convierten en catalizadores para la planificación de ciudades más resilientes, inclusivas y sintonizadas con las expectativas de sus habitantes.

Revelan los patrones de la ciudad - como la distribución demográfica, los flujos de movilidad, el zonificación urbana, entre otros - a través de datos estadísticos o mapas georreferenciados. Este enfoque es esencial para una comprensión holística de la red urbana, proporcionando una base de información mensurable sobre la estructura y el funcionamiento de la ciudad.

El acompañamiento continuo no solo asegura la ejecución del plan, sino que también permite ajustes a lo largo del proceso. Al crear un ciclo de retroalimentación, este enfoque optimiza los recursos, maximiza el impacto positivo y fomenta el compromiso comunitario, convirtiendo a los ciudadanos en co-autores activos del desarrollo urbano. Esto permite un desarrollo más justo y equitativo.

​Este proceso ayuda a asegurar que todos los miembros del equipo tengan una comprensión común de los métodos y herramientas necesarios para explorar las dinámicas de la ciudad, lo cual facilita la realización de investigaciones. Además, la capacitación mejora la capacidad de adaptar los enfoques de investigación a contextos específicos, mejorando su aplicación en el desarrollo urbano.

Fomenta el intercambio de conocimientos entre profesionales, permitiendo que todos discutan ideas y soluciones para los desafíos urbanos de forma colaborativa. Estos encuentros estimulan diferentes perspectivas, ofreciendo un espacio para la cocreación de propuestas que respondan a las necesidades locales. Además, al reunir a personas de diferentes contextos, se fomenta la innovación y las redes de colaboración.